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El triste final del Ringling Bros and Barnum & Bailey (US)

 

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24-05-2017

El ringmaster Johnathan Iverson con sus hijos. Foto: Julie Jacobson.

 

 

“Somos para siempre el mayor espectáculo del mundo”. Con estas palabras se despidió del público Johnathan Iverson en el acto final del ya legendario circo de los hermanos Ringling, uno de los más antiguos del mundo. Tenía a su lado a sus dos hijos, lila y Matthew, también artistas. Hubo risas, abrazos y muchas lágrimas en la última puesta en escena este domingo es el Nassau Coliseum en Uniondale, Long Island.
Era jefe de pista desde hacía casi dos décadas. El último acto de la gran familia duró más de dos horas. Fue muy emotivo. El domador Alexander Lancey se fundió en el centro con un tigre mientras Elaina Bario no podía parar de llorar mientras le veía actuar desde la grada con sus felinos. Son precisamente estos animales los que pusieron fin a 146 años de historia de esta institución en la cultura popular americana.
El circo Ringling Bros. and Barnum & Bailey anunció el pasado enero que iba a cerrar sus puertas. Hace un año que empezó a dejar de utilizar animales en sus espectáculos. Los primeros en abandonar la pista fueron los elefantes. Durante años, los activistas tuvieron a la compañía en su punto de mira. La acusaban de abusar de los animales al entrenarlos y al transportarlos por todo el país.
“La compasión siempre gana”, se podía leer en los carteles de un grupo de manifestantes que hicieron escuchar su protesta en las puertas antes de comenzar el último acto. El negocio de la compañía propiedad de Feld Entertainment se hizo insostenible, con las ventas de billetes cayendo en picado y los costes operativos disparados. “Tenemos que asumir el cambio”, comenta Kenneth Feld, su consejero delegado.
No es solo que el público sea más sensible hacia el bienestar de los animales. El circo, como señalan los ejecutivos de Feld Entertainment, tiene muy difícil competir en la era digital con los vídeojuegos, el contenido audiovisual que fluye por Internet y personajes de ficción que están soportados por estrategias publicitarias muy robustas que atraen el interés de las nuevas generaciones.
Sentimientos enfrentados
El padre de Feld y su tío compraron el circo en 1967. Lo vendieron a Mattel cuatro años después, aunque la familia continuó gestionando el espectáculo. En 1982 volvieron a asumir su control. George Hogan, el capellán, reconocía que era un momento agridulce, de emociones enfrentadas, porque el último acto sirvió para reencontrarse con miembros retirados que no veía desde hace años.
Bello Nock fue conocido en el oficio como el mayor de los temerarios. Actuó en el circo Ringling durante ocho años, hasta 2008. Sus padres se conocieron en la pista en 1954. El espectáculo, recordaba antes de la última actuación, inspiró a todas las compañías que recorren las ciudades y pueblos por EE UU. El circo da empleo a 300 personas, algunos de ellos de tercera y cuarta generación.
“Ha sido el honor de mi vida haber sido la voz de estos tremendos artistas”, comentó Johnathan Iverson en las últimas palabras ante la audiencia, mientras se abrazaban, “gracias por mantenerlo vivo en vuestras vidas”. Gary Payne, de la Circus Fans Association of America, se pregunta qué pasará ahora. “Este espectáculo no tiene sustituto”, comenta. Los 80 animales se retiran a santuarios por todo el país.
El domador Alexander Lacey, en repuesta a la controversia que genera el uso de felinos en estos espectáculos, pidió al público que siga apoyando a los circos y los zoológicos que tratan bien a los animales. “Es importante que si amas a los animales tanto como yo se apoye a los que dedican sus vidas a ellos”, concluyó. La ausencia del Ringling dejará 23 circos operando en Estados Unidos.

“Somos para siempre el mayor espectáculo del mundo”. Con estas palabras se despidió del público Johnathan Iverson en el acto final del ya legendario circo de los hermanos Ringling, uno de los más antiguos del mundo. Tenía a su lado a sus dos hijos, lila y Matthew, también artistas. Hubo risas, abrazos y muchas lágrimas en la última puesta en escena este domingo es el Nassau Coliseum en Uniondale, Long Island.

Era jefe de pista desde hacía casi dos décadas. El último acto de la gran familia duró más de dos horas. Fue muy emotivo. El domador Alexander Lancey se fundió en el centro con un tigre mientras Elaina Bario no podía parar de llorar mientras le veía actuar desde la grada con sus felinos. Son precisamente estos animales los que pusieron fin a 146 años de historia de esta institución en la cultura popular americana.El circo Ringling Bros. and Barnum & Bailey anunció el pasado enero que iba a cerrar sus puertas. Hace un año que empezó a dejar de utilizar animales en sus espectáculos. Los primeros en abandonar la pista fueron los elefantes. Durante años, los activistas tuvieron a la compañía en su punto de mira. La acusaban de abusar de los animales al entrenarlos y al transportarlos por todo el país.

“La compasión siempre gana”, se podía leer en los carteles de un grupo de manifestantes que hicieron escuchar su protesta en las puertas antes de comenzar el último acto. El negocio de la compañía propiedad de Feld Entertainment se hizo insostenible, con las ventas de billetes cayendo en picado y los costes operativos disparados. “Tenemos que asumir el cambio”, comenta Kenneth Feld, su consejero delegado.No es solo que el público sea más sensible hacia el bienestar de los animales. El circo, como señalan los ejecutivos de Feld Entertainment, tiene muy difícil competir en la era digital con los vídeojuegos, el contenido audiovisual que fluye por Internet y personajes de ficción que están soportados por estrategias publicitarias muy robustas que atraen el interés de las nuevas generaciones.

Sentimientos enfrentados
El padre de Feld y su tío compraron el circo en 1967. Lo vendieron a Mattel cuatro años después, aunque la familia continuó gestionando el espectáculo. En 1982 volvieron a asumir su control. George Hogan, el capellán, reconocía que era un momento agridulce, de emociones enfrentadas, porque el último acto sirvió para reencontrarse con miembros retirados que no veía desde hace años.

Bello Nock fue conocido en el oficio como el mayor de los temerarios. Actuó en el circo Ringling durante ocho años, hasta 2008. Sus padres se conocieron en la pista en 1954. El espectáculo, recordaba antes de la última actuación, inspiró a todas las compañías que recorren las ciudades y pueblos por EE UU. El circo da empleo a 300 personas, algunos de ellos de tercera y cuarta generación.

“Ha sido el honor de mi vida haber sido la voz de estos tremendos artistas”, comentó Johnathan Iverson en las últimas palabras ante la audiencia, mientras se abrazaban, “gracias por mantenerlo vivo en vuestras vidas”. Gary Payne, de la Circus Fans Association of America, se pregunta qué pasará ahora. “Este espectáculo no tiene sustituto”, comenta. Los 80 animales se retiran a santuarios por todo el país.

El domador Alexander Lacey, en repuesta a la controversia que genera el uso de felinos en estos espectáculos, pidió al público que siga apoyando a los circos y los zoológicos que tratan bien a los animales. “Es importante que si amas a los animales tanto como yo se apoye a los que dedican sus vidas a ellos”, concluyó.

La ausencia del Ringling dejará 23 circos operando en Estados Unidos.

 

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/05/22/mundo_global/1495463793_921769.htm
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