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Los entresijos del Circo Tihany (BR) En Mendoza Argentina

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Los entresijos del Circo Tihany (BR)

23-10-2017

Richard Massone, director del presrigioso Circo Tihany. Foto: Horacio Rodríguez.

 

Aquí la vida no es lineal. Es una sucesión de comienzos y finales y la magia, lo primero que hace desaparecer, es la frontera entre la realidad y la ilusión. Quizás no haya vida mejor que esta. Quizás no haya otra en ninguna parte, pero aquí esa sensación es una certeza.
Pegado a La Barraca, en Guaymallén, se ha creado una isla. Tihany se llama. Algunos dicen que es el circo mágico más grande de América, pero en realidad, es una isla fantástica.
Tihany Spectacular, con su show AbraKadabra que lleva 13 años bajo la carpa, tardó 20 años en dar toda la vuelta al continente hasta regresar a Mendoza. Y la espera valió la pena. Así lo han hecho notar los mendocinos que están agotando, función tras función, las 2.000 localidades de este espacio que se parece más a un espectáculo de Las Vegas, su lugar de origen, que a una clásica función de un picadero.
En la isla viven 123 personas de 25 nacionalidades. Hay 50 artistas en esta Torre de Babel.
Y la isla se formó hace 10 días, cuando se acomodaron con precisión de relojería 46 semirremolques, 33 casillas rodantes enormes, 16 camionetas y cuando se armó una inmensa carpa en forma de castillo con piso de madera y alfombras, y aire acondicionado y butacas de terciopelo rojo, y un escenario de 900 metros cuadrados, y… donde no se huele a aserrín sino a pochoclo.
Podría suponerse que es un gran caos, pero no. Es una organización perfecta, metódica, sincronizada. Un orden planificado, estudiado, sostenido por más de 60 años y que sigue haciendo de esta isla una empresa exitosa, muy lejos de las carencias de la vida circense.
La historia
Franz Czeisler Deutch nació en Hungría en 1906, pero vivió casi 100 años (murió el año pasado), la mayoría siendo Tihany, el ilusionista, quizás uno de los más grandes que ha tenido el mundo de los trashumantes.
La miseria de Europa del final de la Segunda Guerra hizo que Tihany, que ya vivía de la magia, decidiera emigrar a América.
Llegó a Brasil en 1951 y los primeros tiempos tuvo que pelear bastante para poder vivir de su oficio. Pero en 1954 todo comenzó a cambiar. Encontró en San Pablo un circo de marionetas que estaba a punto de desaparecer y ofreció comprar la carpa y creó el Circo Mágico Tihany.
Desde el comienzo ya fue algo mucho más parecido a un teatro que a un circo, con escenario en lugar de picadero.
Al poco tiempo era el espectáculo de su tipo con mayor éxito de Brasil. Ya no era sólo magia, sino una especie de music hall con bailarinas y acróbatas.
Las primeras giras fueron en Brasil, Uruguay y Argentina. La primera intercontinental comenzó unos años después.
«Cuando llegó a México, explotó. Fue un enorme éxito y ya no paró de crecer», cuenta Marco Strapazzón, que es hoy uno de los magos de Tihany y su productor general.
Hicieron base en Monterrey y luego en Sarasota, una ciudad de Florida y de tremenda historia circense y que cumple la función de cuarteles de invierno de este ambiente.
«Allí están todos los circos, los más grandes del mundo. Allí se consigue de un elefante a un payaso, pero Tihany no es un circo tradicional. Jamás tuvo animales de ese tipo y su fundador decidió ir a Las Vegas. Esa sí era la ciudad ideal para establecerse», cuenta Richard Massone, un rosarino de 65 años que hoy es el mago principal de Tihany, su cara visible y director general.
Desde esa ciudad del juego y las luces comenzaron todas las giras hacia el resto de América. Giras que duran 20 años en completarse y que se repiten, una y otra vez cada vez con más éxito.
Cuando Franz Czeisler Deutch cumplió 90 años le entregó la administración del espectáculo al grupo Showtime, con la condición de que se mantuviera el espíritu original con el que fue creado.
«Tihany es un teatro con perfume circense. Para que sea un teatro sólo le falta que las paredes sean de cemento. Tiene conceptos de un auditorio y esto sólo se ve en los que han copiado nuestro estilo» «El ilusionista es un artista que consigue, por un instante, que la fantasía se haga realidad delante de los ojos del público y que este tenga la posibilidad de salir de lo cotidiano y vivir un instante de sorpresa, de magia y que es muy importante para el espíritu» «La nuestra es una misión en la tierra, la de arreglar el espíritu, asombrar, deslumbrar, transportar al público a un lugar agradable, ayudar a que sean felices por un instante» Richard Massone
Mago profesional desde los 13 años
Richard Massone tiene 65 años y «desde niño yo no jugaba a los soldaditos ni a la pelota. Yo hacía magia y a los 13 ya trabajaba profesionalmente. Me hacía anunciar como el mago más joven de la República Argentina».
Es de Rosario y canalla y de los 50 artistas es el único que vive en un tráiler, junto a la carpa. El resto se aloja en hoteles. «Me gusta vivir acá. Mi actividad comienza muy temprano y es bueno estar en el lugar. Además tengo contacto con todos mis compañeros, que hacen posible que se haga el show». Richard se refiere a las otras 70 personas que son los que arman, desarman, sostienen. «Además esta es una empresa estable y exitosa y no sufrimos las carencias que muchas veces padecen las familias circenses».
Él es el heredero del espíritu mágico de Tihany y hoy, además de ser el ilusionista principal, cumple la función de director general.
«Yo era niño y estaba metido en la magia, pero un día, cuando tenía 11 años, mi abuela cambió la rutina de ir al cine y me invitó a ver un circo de magia. Era este, el de Tihany. Quedé deslumbrado. Después iba a verlo cada vez que venía a Rosario».
Pasaron los años. Richard trabajó de mago en cuanto lugar pudo y realizó giras por su cuenta.
En enero de 1982 estaba haciendo un espectáculo en San Pablo, cuando le anunciaron que en el auditorio estaba Tihany y que quería hablar con él cuando finalizara.
«Me dijo que tenía que ir a Montecarlo para ser jurado en un festival y que necesitaba 15 días libres. Me pidió que lo reemplazara». Fue el comienzo de todo. «Nos hicimos muy amigos. De él aprendí la profesión de hombre de circo, que es mucho más compleja que hacer magia».
Cuando se le pregunta qué debió resignar en su vida para dedicarse al circo, le tiembla la voz y pelea con la emoción.
«Cuando yo salí de mi casa, tenía 26 años. Y los jóvenes no tenemos limites, no nos resignamos, vamos para adelante. Con el tiempo me he dado cuenta de que no pude ser una persona que logró abrazar la amistad, la familia, al menos de una manera normal. Por eso en los últimos años he intentado rescatar esa parte. Hoy en día estoy tratando de recuperar el tiempo perdido, pasando más tiempo en Rosario. Pero nunca tuve dudas de esta vida nómade, de muchos comienzos y finales. Es nuestro estilo».

Aquí la vida no es lineal. Es una sucesión de comienzos y finales y la magia, lo primero que hace desaparecer, es la frontera entre la realidad y la ilusión. Quizás no haya vida mejor que esta. Quizás no haya otra en ninguna parte, pero aquí esa sensación es una certeza.

Pegado a La Barraca, en Guaymallén, se ha creado una isla. Tihany se llama. Algunos dicen que es el circo mágico más grande de América, pero en realidad, es una isla fantástica. Tihany Spectacular, con su show AbraKadabra que lleva 13 años bajo la carpa, tardó 20 años en dar toda la vuelta al continente hasta regresar a Mendoza. Y la espera valió la pena. Así lo han hecho notar los mendocinos que están agotando, función tras función, las 2.000 localidades de este espacio que se parece más a un espectáculo de Las Vegas, su lugar de origen, que a una clásica función de un picadero.

En la isla viven 123 personas de 25 nacionalidades. Hay 50 artistas en esta Torre de Babel.Y la isla se formó hace 10 días, cuando se acomodaron con precisión de relojería 46 semirremolques, 33 casillas rodantes enormes, 16 camionetas y cuando se armó una inmensa carpa en forma de castillo con piso de madera y alfombras, y aire acondicionado y butacas de terciopelo rojo, y un escenario de 900 metros cuadrados, y… donde no se huele a aserrín sino a pochoclo.

Podría suponerse que es un gran caos, pero no. Es una organización perfecta, metódica, sincronizada. Un orden planificado, estudiado, sostenido por más de 60 años y que sigue haciendo de esta isla una empresa exitosa, muy lejos de las carencias de la vida circense.La historiaFranz Czeisler Deutch nació en Hungría en 1906, pero vivió casi 100 años (murió el año pasado), la mayoría siendo Tihany, el ilusionista, quizás uno de los más grandes que ha tenido el mundo de los trashumantes.

La miseria de Europa del final de la Segunda Guerra hizo que Tihany, que ya vivía de la magia, decidiera emigrar a América.Llegó a Brasil en 1951 y los primeros tiempos tuvo que pelear bastante para poder vivir de su oficio. Pero en 1954 todo comenzó a cambiar. Encontró en San Pablo un circo de marionetas que estaba a punto de desaparecer y ofreció comprar la carpa y creó el Circo Mágico Tihany.Desde el comienzo ya fue algo mucho más parecido a un teatro que a un circo, con escenario en lugar de picadero.

Al poco tiempo era el espectáculo de su tipo con mayor éxito de Brasil. Ya no era sólo magia, sino una especie de music hall con bailarinas y acróbatas.Las primeras giras fueron en Brasil, Uruguay y Argentina. La primera intercontinental comenzó unos años después.»Cuando llegó a México, explotó. Fue un enorme éxito y ya no paró de crecer», cuenta Marco Strapazzón, que es hoy uno de los magos de Tihany y su productor general.

Hicieron base en Monterrey y luego en Sarasota, una ciudad de Florida y de tremenda historia circense y que cumple la función de cuarteles de invierno de este ambiente.»Allí están todos los circos, los más grandes del mundo. Allí se consigue de un elefante a un payaso, pero Tihany no es un circo tradicional. Jamás tuvo animales de ese tipo y su fundador decidió ir a Las Vegas. Esa sí era la ciudad ideal para establecerse», cuenta Richard Massone, un rosarino de 65 años que hoy es el mago principal de Tihany, su cara visible y director general.

Desde esa ciudad del juego y las luces comenzaron todas las giras hacia el resto de América. Giras que duran 20 años en completarse y que se repiten, una y otra vez cada vez con más éxito.Cuando Franz Czeisler Deutch cumplió 90 años le entregó la administración del espectáculo al grupo Showtime, con la condición de que se mantuviera el espíritu original con el que fue creado.»Tihany es un teatro con perfume circense. Para que sea un teatro sólo le falta que las paredes sean de cemento. Tiene conceptos de un auditorio y esto sólo se ve en los que han copiado nuestro estilo» «El ilusionista es un artista que consigue, por un instante, que la fantasía se haga realidad delante de los ojos del público y que este tenga la posibilidad de salir de lo cotidiano y vivir un instante de sorpresa, de magia y que es muy importante para el espíritu»

«La nuestra es una misión en la tierra, la de arreglar el espíritu, asombrar, deslumbrar, transportar al público a un lugar agradable, ayudar a que sean felices por un instante» Richard MassoneMago profesional desde los 13 añosRichard Massone tiene 65 años y «desde niño yo no jugaba a los soldaditos ni a la pelota. Yo hacía magia y a los 13 ya trabajaba profesionalmente. Me hacía anunciar como el mago más joven de la República Argentina».

Es de Rosario y canalla y de los 50 artistas es el único que vive en un tráiler, junto a la carpa. El resto se aloja en hoteles. «Me gusta vivir acá. Mi actividad comienza muy temprano y es bueno estar en el lugar. Además tengo contacto con todos mis compañeros, que hacen posible que se haga el show». Richard se refiere a las otras 70 personas que son los que arman, desarman, sostienen. «Además esta es una empresa estable y exitosa y no sufrimos las carencias que muchas veces padecen las familias circenses».
Él es el heredero del espíritu mágico de Tihany y hoy, además de ser el ilusionista principal, cumple la función de director general.

«Yo era niño y estaba metido en la magia, pero un día, cuando tenía 11 años, mi abuela cambió la rutina de ir al cine y me invitó a ver un circo de magia. Era este, el de Tihany. Quedé deslumbrado. Después iba a verlo cada vez que venía a Rosario».

Pasaron los años. Richard trabajó de mago en cuanto lugar pudo y realizó giras por su cuenta.En enero de 1982 estaba haciendo un espectáculo en San Pablo, cuando le anunciaron que en el auditorio estaba Tihany y que quería hablar con él cuando finalizara.

«Me dijo que tenía que ir a Montecarlo para ser jurado en un festival y que necesitaba 15 días libres. Me pidió que lo reemplazara». Fue el comienzo de todo. «Nos hicimos muy amigos. De él aprendí la profesión de hombre de circo, que es mucho más compleja que hacer magia».

Cuando se le pregunta qué debió resignar en su vida para dedicarse al circo, le tiembla la voz y pelea con la emoción.

«Cuando yo salí de mi casa, tenía 26 años. Y los jóvenes no tenemos limites, no nos resignamos, vamos para adelante. Con el tiempo me he dado cuenta de que no pude ser una persona que logró abrazar la amistad, la familia, al menos de una manera normal. Por eso en los últimos años he intentado rescatar esa parte. Hoy en día estoy tratando de recuperar el tiempo perdido, pasando más tiempo en Rosario. Pero nunca tuve dudas de esta vida nómade, de muchos comienzos y finales. Es nuestro estilo».

Fuente: http://www.diariouno.com.ar/mendoza/el-circo-tihany-esta-lleno-historias-maravillosas-20171022-n1492716.html
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