CRÍTICO DE ARTE CIRCENSE.
A un costado de la laguna artificial Esmeralda, en una ladera de la ex estación de ferrocarriles de la ciudad de Los Ángeles donde el silencio y el abandono reemplazó a la estación, al anuncio de la llegada de los trenes, al ruido de los rieles, se ubica imponente el Circo Chino de Pekín como un vestido de seda azul y blanco, sujeto por seis torres, adornado como árbol de navidad con luces multicolores.
Se ve hermoso el circo comenta la gente mientras espera su turno para comprar las entradas, – parece que son realmente chinos- dice una señora- después que una mujer de nacionalidad china le vende la entrada en la boletería. Sólo faltaba eso- dice un señor riéndose- que llegara a Chile un Circo Chino.
A Los Ángeles siempre han llegado buenos circos, especialmente de la familia González, pero el público ante un Circo nuevo, como lo es el de Pekín, esperan que “se corra la voz”. Si el circo es bueno la asistencia irá de menor a mayor, siempre esperando alguna oferta en el valor de las entradas, aunque el Circo es el espectáculo cultural de más bajo costo en Chile.
Ingreso al hall del circo, el piso brilla como el sol de diciembre, unos elegantes sillones esperan al público que desea conversar, unos hermosos árboles artificiales de luces encendidas blancas y rosadas y a la entrada del pasillo una torre de serpiente doradas entrelazadas en los pilares es el sello, la identidad de que estamos frente a la cultura China.
Una fila de señores con una hermosa vestimenta circense me saluda amablemente- Sea usted bienvenido a nuestro circo, señor- me dicen- adelante señor, tenga la bondad de ubicarse en platea-
Me siento complacido, la pista espaciosa, las butacas modernas y la carpa ni siquiera tiene un diminuto rasguño, se respira elegancia, limpieza. Estamos ante un Circo que ha integrado la modernidad a su infraestructura.
Se anuncia el inicio del espectáculo, el ritmo y la iluminación se tornan alegres cuando cuatro bailarinas vestidas de amarillo irrumpen la pista con su belleza
Una variada producción de la cultura China con el arte circense tradicional que se traduce en un espectáculo interesante y atractivo.
Si bien en Chile tenemos buenos acróbatas de familias circenses tradicionales, un semillero que está dando sus frutos y otros ya consagrados que han evolucionado a los trapecios volantes, no debemos entender a los acróbatas chinos desde esa perspectiva, apegados en saltos al piso o la cama elástica, sino como una conjugación de varios elementos que se presentan en el Circo de Pekín como: habilidades de acrobacias en las barras, recreando diversas figuras humanas, acrobacias en los aros donde prima la precisión y la altura en el salto acrobático.
Y así, los ocho acróbatas chinos van recreando otras habilidades como desarrollar acrobacias con malabarismo de sombreros; equilibrio en la monocicleta con malabarismo de precisión lanzando objetos desde el pie a la cabeza; malabarismo con los pies de giro con cilindros de colores ; realización de diversos movimientos de precisión y equilibrio con una vasija en la cabeza; la realización de una torre humana donde la fuerza y fortalecimiento de la cintura y piernas son claves para mantener la estabilidad; acrobacias en los aros.
En fin, son varios los actos que presentan los chinos, donde la conjugación de las acrobacias , malabarismo, contorsionismo, equilibrio son parte de una larga tradición en el patrimonio cultural de su nación. Desde esta perspectiva contribuye al crecimiento cultural del público.
Los chinos tienen las condiciones físicas para darle dinamismo y agilidad a su arte circense, son tan delgados como una pluma, livianos en sus acrobacias, precisión y dominio de su cuerpo.
El público se integra al espectáculo de los chinos, les agrada y reconocen las habilidades de estos artistas, aplaudiendo con entusiasmo cada una de las actuaciones de estos artistas.
Sin embargo, la propuesta de arte circense va más allá, a la expresión cultural de los chinos se agregan los actos de la tradición del circo chileno y aquí aparece el gran payaso Chulipín, elegante en su vestimenta, cuando finaliza la función se despide de su público en la pista con un traje blanco que lo representa muy bien, pues es un personaje de alma pura, su rostro sonriente es como la inocencia de los niños, se ríe de sí mismo, del público, de los asistentes del circo. Es un personaje feliz, eso proyecta en su rostro, en su expresión corporal, consigue el protagonismo de la función y enamora al público. Es el corazón de la entretención, de la alegría, de la risa de los niños, de las carcajadas de los adultos.
Llama la atención del público la calidad del artista olímpico de las pulsadas, su cuerpo en la cima de la torre Eiffel, se extiende apoyado en una de sus manos como el cóndor cuando inicia su vuelo, se contorsiona su cuerpo lentamente hacia abajo y a las alturas, siempre con su rostro sonriente, manteniéndose conectado al público. A medida que desarrolla su acto de acrobacia, contorsiones y equilibrio el público ovaciona su actuación.
Dos alambristas caminan con naturalidad en una cuerda metálica a unos doce metros de altura, sin protección e incluso lo hacen saltando sobre el cuerpo de uno de ellos, sobre la cuerda en una bicicleta, caminan a ciegas y se deslizan caminando con elegancia y velocidad con los pasos de un bailarín de ballet. El público expectante, con los ojos más abiertos, pero atento al reconocimiento, aplaudiendo con énfasis a estos dos equilibristas de calidad, avezados y experimentados.
Se anuncia el acto de mayor riesgo: los motociclistas del globo de la muerte. A gran velocidad cuatro motociclistas se entrecruzan en el interior del globo, sólo a centímetros de distancia. A oscuras, se iluminan como rayos cada una de las motocicletas, el público atónito, sus rostros inmóviles, sus brazos rígidos, expectantes. Finaliza el acto y el público se desahoga con un estremecedor aplauso.
-Señoras y Señores, si el espectáculo ha sido de su agrado, demuéstrelo a nuestros artistas con un aplauso- El público no se hace esperar, por largos minutos aplaude con entusiasmo y alegría, mientras los artistas expresan su felicidad ante el justo reconocimiento de los angelinos.
Circo Vásquez presentó en mi ciudad, Los Ángeles, EL Circo de Pekín, aún es tiempo que usted se dé la oportunidad de asistir a este gran espectáculo de arte circense.