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Entrevista a Tachuela Grande (CL)

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Entrevista a Tachuela Grande (CL)

 

05-10-2017

Joaquín Maluenda, leyenda viva del circo chileno.

 

 

Ad portas de la presentación este miércoles del libro que resume su vida y la del rubro que lo llevó a la fama, Joaquín Maluenda abrió su corazón y su carpa para hablar de cómo se gestó este compendio de más de 50 años vivencias en una actividad que se inició en la precariedad y evolucionó a profesionalización y protección de su gente y sus espectáculos.
“Tengo 65 años y 9 meses de Tachuela y hace más de 50 años que estoy dando la pelea por el circo. Le he ganado a la vida montones de veces”, sentencia Joaquín Gastón Maluenda Quezada, el famoso “Tachuela Grande” sentado en un confortable sillón del espacio que antecede a la gigantesca carpa erigida en la tradicional esquina nororiente de Alameda con General Velásquez donde por años se ha instalado el circo Los Tachuelas.
Allí el empresario circense recibió a La Nación para hablar del libro “Recordar es vivir: Conversaciones con el Tachuela Grande”, que será presentado en ese icónico lugar la tarde de este miércoles compendia más de medio siglo de su oficio de payaso y emprendedor del rubro y que escribió el joven profesor de castellano del Instituto Nacional, magister en educación, cuenta cuentos y escritor, Alonso Garay Silva, un fan del circo que lo contactó para que concretaran juntos un proyecto que hace años quiso concretar pero que el trabajo le fue posponiendo “dejando sólo 30 hojas escritas por ahí”.
¿Cómo surge este proyecto del libro?
– Nace hace cuatro años, en busca siempre de divulgar la cultura circense, de dejar una biografía del circo y su gente, que no está en ninguna parte del mundo. El circo siempre ha sido discriminado por la literatura, somos los parientes pobres de las demás manifestaciones del espectáculo, y yo he tratado toda mi vida de cambiar eso y tengo que dar gracias a Dios que logré muchos cambios.
¿Hay textos que se asemejen al que usted está presentando?
– De la categoría del libro que hizo Alonso no hay recuerdo en la historia del circo. Ahora, ¿por qué es importante? Porque aquí no sólo se habla del Tachuela Grande, sino arrastrar a la gente a la cultura del circo, porque en el libro hablamos de la historia del Tony Caluga, del Tony Chicharra, de los orígenes del Tony Tachuela, hablamos de cómo nace el primer circo Los Tachuela y cómo era en esos tiempos el cambio del circo en general. Ése es mi norte”.
¿Cuáles son esos cambios logrados en estos años?
– Tengo el orgullo de decir que soy uno de los gestores de haber erradicado la frase: la pobre gente de circo. Hace 15 años hablar de circo era referirse así a la gente, hoy vamos al circo más pequeño y todos tienen su casilla, su camioneta, su auto, ya las carpas no son tan precarias y ese es un logro. Muchos creen que solo trabajamos en septiembre, que los niños no estudian, que no tenemos baño y es todo lo contrario, sólo paramos en junio para las vacaciones.
ero para llegar a tener su propio circo y dar empleo a muchas personas, principalmente a su familia, Joaquín Maluenda tuvo que recorrer un largo camino que comenzó en la comuna de Conchalí con muchas necesidades y que se tornó más complejo con el fallecimiento de su padre, el Tony Tachuela, porque tuvo que pasar a ser el padre de sus hermanos.
Este libro reúne la historia de Los Tachuela…
– Por supuesto que el libro narra toda la historia de Los Tachuela, pero creo que lo rescatable es que reúne varias condiciones que son buenas para la sociedad, no solamente la que gusta del circo, porque muestra la historia de un emprendedor exitoso, de hecho, he dado charlas en colegios, en universidades sobre el emprendimiento del circo y la experiencia que comenzó en el patio de nuestra casa con los cinco hermanos jugando a hacer circo cuando vinieron dos niñitos y nos compraron dos entradas y al otro día teníamos cien niños y a los tres días 300 vecinitos con una moneda, y hoy tenemos el circo más grande de Chile. En el fondo le ganamos a la vida.
¿Cómo es la vida interna de un circo?
– La vida del circo es un mundo mágico donde todos son importantes. Uno busca a la primera figura en la pista para aplaudirla, pero la persona que está limpiando los baños es tan importante como ella. Todos son necesarios, pero nadie es imprescindible, unos salen, otros entran. La vida del circo empieza y termina tarde, cada uno hace su trabajo porque el circo no son sólo los artistas, hay obreros, capataces, publicistas, las mujeres tienen un rol fundamental porque se preocupan de los niños, de llevarlos al colegio, que hagan las tareas y en la noche están la pista listas para sus presentaciones o en alguna área del circo cumpliendo alguna función.
El Tachuela Grande también aprovecha de despejar las dudas en torno a la relación con su hermano Agustín, el Tachuela Chico, su inseparable pareja artística hasta hace siete años cuando tomó su propio camino para instalarse con su hijo el payaso Pastelito.
¿Cómo fue la separación con su hermano que armó un circo con su hijo?
-Cuando el Tachuela Chico se fue a armar su circo, fue muy triste para mí como hermano mayor porque estaba dejando ir a mi ‘hermano hijo’, pero la ley de la vida es esa y tenían ese proyecto de vida de hacer un circo padre e hijo, y si bien Pastelito tiene mucho talento, cuenta con una figura potente es su padre. Entonces, no podía coartar a mi hermano y se fue. La gente dijo: ahí murió el circo Los Tachuelas pero no fue así.
Entones, ¿no hubo un quiebre entre ustedes?
-Para nada, es que toda la vida han tratado de llevarnos a eso. Han querido hacer lo mismo que pasó con Dinamita Show, o con otras parejas del espectáculo. No, lo de nosotros fue muy diferente, Pastelito quería tener su circo y lo justo era que mi hermano quisiera ayudarle. Así que todo bien. Además, pasado el tiempo aparece un tercer circo Los Maluenda, que es de mi hijo mayor, otro golpe fuerte para mí como patriarca de la familia que hice el circo para que todos estuviéramos juntos, que nadie se fuera para ningún lado, pasábamos necesidades, entonces yo decía: ‘con el circo lindo, para qué otro’, pero la ley de la vida es así, cada uno quiere volar y uno tiene que darles la facilidad para que lo hagan.
Pero se notaba un distanciamiento…
-Hubo un tiempo en que estuvimos un poco apartados hace un par de años porque cada uno tenía que manejar su negocio y querámoslo o no somos competencia. Agustín ya lleva siete años con el circo y cuando tiene un espacio que no va a ocupar por todo el tiempo que lo arrienda me llama y me lo cede y yo hago lo mismo y nos vamos rotando de ciudad. Entonces, la unidad está pero no falta el medio que quiere vernos pelear por quién es mejor. No ha pasado de eso.
Maluenda se da un tiempo para abordar la situación que enfrentó en agosto 2016 cuando según la Brigada de Medioambiente de la PDI llegó hasta su parcela de La Pintana a incautar los animales que ahí tenía tras la denuncia anónima que lo acusó de maltrato animal y por la que pasó la noche en el cuartel policial.
¿Cómo fue ese episodio de la detención por los animales?
-Yo no he hecho nada malo. Siempre estuve a disposición del Servicio Agrícola y Ganadero que no me pide, me ordena cómo proceder con los animales: jaulas, mantenimiento, y después viene el Ministerio Público y todo lo que me obligaron a hacer, encuentra que son delitos. Ahí el problema fue con el SAG porque yo tuve durante 20 años una jaula de descanso para los animales que era como un asilo para ellos y que según la fiscalía estaban en mal estado, que estaban a punto de morirse y lo toman como delitos. Fue muy desagradable, todavía está el juicio, se suponía que en tres meses iba a terminar, están las pruebas concluyentes, pero todavía no sé qué pasa a un año dos meses. Estoy con arraigo nacional y firma trimestral, tuve que pedir permiso cuando quise viajar a Cuba.
¿A qué le atribuye toda esa situación?
–A que soy una persona pública, muy conocida en el medio circense, quizá uno de los líderes más conocidos, entonces aquí algunas organizaciones animalistas que siempre han tenido guerra con el circo por trabajar con animales, aunque ya no los hay, siguen con esa guerra sucia y lo mejor para ellos era ir contra Joaquín Maluenda que es uno de los personajes emblemáticos del circo. Ellos tienen una guerra con nosotros pese a que no tenemos animales hace más de seis años. Allanaron mi parcela, yo no fui sorprendido haciéndole daño a mis animales, yo sorprendí a la policía y a la fiscal in fraganti.
¿Qué le significó dejar de trabajar con animales?
–El circo siguió funcionado igual y ya habían recursos para adquirir otras atracciones con más tecnología como el King Kong, las aguas danzantes, el cañón, la naranja mecánica. Como antaño el circo era muy pobre no teníamos más amparo que los animales, y si estos estuvieron en mal estado se debía a la pobreza que también la vivían las personas. Luego, cuando llega la primavera del circo todo mejora y los animales fueron saliendo de los circos y la gente lo aceptó. Hace más de seis años que sacamos todos los animales que se fueron a descansar a la parcela que tengo en La Pintana. Sin embargo, las organizaciones animalistas siguen pidiendo que saquemos en vez de jactarse que nos ganaron siguen, quieren las cabezas de nosotros. Cuando sacamos los animales del circo fue cuando nos superamos, cuando cambiamos las carpas, los vehículos, cuando salimos a veranear a partes que nunca soñamos”.
Sin duda para el Tachuela Grande la Ley 20.216 de protección y fomento al circo chileno es una de las conquistas más relevantes para el gremio y para él como presidente del sindicato de artistas circenses, como miembro de la comisión de Artes Circenses del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, director de la del centro cultural circense y de deportes de La Pintana.
 ¿Cómo ha sido contar con esta normativa?
-Esta ley viene a pagar una deuda histórica con el circo. El circo ha trabajado durante estos 200 años a la voluntad antojadiza de la autoridad de turno. Si al alcalde le gusta el circo te da el mejor lugar, si no te cobra carísimo y te manda a la punta del cerro, y te obstaculiza con ordenanzas municipales y exigencias que no tenían sustento y por ausencia de la ley nos pedían estupideces como permisos de construcción, en cambio hoy la ley está por sobre cualquier ordenanza municipal y estamos trabajando con la ACHAM para que haya una ordenanza tipo adecuada a la ley. Asimismo, contamos con el Día Nacional del Circo en Chile (Ley 21.026) es el único país en el mundo que lo tiene porque todos se rigen por el Día Mundial, que nosotros no celebramos porque no nos corresponde, nos corresponde septiembre. Somos la envidia de todos.
Otro tema que no quiso dejar pasar Joaquín Maluenda es la poca valoración que a su juicio tiene el Fondo de Desarrollo de las Artes (Fondart) al no considerar proyectos tan relevantes para la historia cultural y artística del país que no requieren un gran presupuesto, como es el caso del libro financiado por su propio autor.
“De repente aparece este muchacho y me entero que ha postulado dos años al Fondart y no le han dado ni pelota, y es ahí cuando me asalta la duda y digo cómo para algunos es tan fácil ganar premios concursables. Pertenezco a la comisión de las artes circenses del Consejo de la Cultura y me he dado cuenta que han salido presupuestos increíbles de infraestructura para circos de 600 millones de pesos y este niño presenta un proyecto mínimo en cuanto a los fondos que se otorgan todos los años y nunca fue aceptado. Imagínate, mejor hubiera sido el auspicio para que no se hubiera encalillado”.
No obstante ello cuenta orgulloso que antes de la presentación oficial ya han entregado 1.500 libros ya entregados, y despacharán otros mil a la Feria Internacional del Libro de Santiago a fines de este mes, donde lo presentará también. “Aún no lo lanzamos y ya está en todos lados”.
Al concluir este análisis de su larga trayectoria circense, el Tachuela Grande se declara agradecido de todos los logros que han tenido como familia Maluenda y en sus emprendimientos por separado.
“Todo esto me tiene muy contento, creo que estamos cosechando una larga siembra que hicimos con muchos sacrificios, con muchas trabas en el camino. De repente, por cosas anexas al circo, se ha intentado ensuciar la imagen de Joaquín Maluenda pero la han hecho más fuerte, porque a mí todo lo que me ha sucedido para bien ha sido cuando me han atacado, cuando se ha pretendido enlodar mi imagen”, recalca.
¿Qué impresión tiene de la mirada actual de la ciudadanía respecto del circo?
-La comunidad nunca ha dejado de tenerle cariño al circo, pero sí cambió el concepto. Antiguamente la gente tenía varios sentimientos respecto del circo: admiración, curiosidad y lástima, entonces como presidente del sindicato de artistas circenses dependiendo de cuál fuera ese sentimiento de parte de la autoridad, lo usaba para obtener un beneficio para el circo y me fue bien como dirigente. Pero hoy cambió el concepto y ya no somos la pobre gente del circo y el público ya no viene a cooperar como lo hacía hace 30 años, hoy no, la gente viene y reclama si el baño está sucio, si sienten frío, si el asiento está chueco porque viene a un espectáculo de calidad. Todos los circos sudamericanos reconocen al circo chileno. Los años de pobreza del circo chileno sirvieron para que las nuevas generaciones se profesionalizaran y lograran mejores metas.
¿Ello va de la mano con la profesionalización del circo en los artístico y su visión como negocio?
-Esto es una industria, por supuesto no tiene las ganancias de otras industrias pero el objetivo que tenemos los empresarios artistas es que nos vaya bien para renovar la carpa, para comprar otro camión, renovar la casa rodante, tener más comodidades. Esa es la gran diferencia. El circo se profesionalizó y la industria se hizo con el objetivo de dignificar al circo y seguir luchando para que tengan una mejor calidad de vida los que vienen”.
¿Qué les falta por hacer?
–Nos falta la escuela nacional de circo para que este oficio no muera, porque el circo se mueve de Arica a Punta Arenas con sus propios recursos, en cambio esas otras escuelas de circo ajenas a nosotros sin financiados por fondos.

 

Fuente: http://lanacion.cl/2017/10/04/tachuela-gra
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