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Richard Massone (AR), director del Circo Tihany (BR)

 

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Richard Massone (AR), director del Circo Tihany (BR)

 

19-11-2016

Richard Massone, director del presrigioso Circo Tihany.

 

 

RRichard Massone respira magia. No anda con galera pero es un ilusionista desde la cuna. Su historia de vida es la del tipo que arrancó bien de abajo, con un sueño casi imposible, y al final se le hizo realidad, o mucho más que eso. Rosarino, nacido a media cuadra de bulevar Oroño y 27 de febrero, un lugar clave para los circos en los años 50, Massone cuenta en esta entrevista que «el día que conoció a Tihany su vida hizo un clic». Como si fuera Peter Pan, dice que ese día viajó «al País de Nunca Jamás» y, por lo visto, todavía no sacó el pasaje de regreso.
Massone, director del Tihany, presenta mañana, a las 21, «AbraKdabra», en la carpa que por razones ajenas a la producción se trasladó a avenida Francia frente a la rotonda G. Venecia. A veinte años de su último show en la ciudad, el mago recuerda al detalle la nota que le hizo este diario en 1996, que fue tapa de la ya histórica edición sábana. Sentado en el bar El Cairo, a Massone le encanta hablar de su vida de circo. Saluda efusivamente a Petra Albano, bailarina rosarina que también estará a lo largo de todo el mes que durará la temporada en la ciudad; apura una cervecita con un carlitos, y mientras mira de reojo las fotos amarillentas de aquella entrevista, que casualmente también la hizo quien escribe estas líneas, cuenta cómo nació este espectáculo. Y la charla fluye, con recuerdos que aparecen y desaparecen, como por arte de magia.
—¿Cómo surgió la idea de hacer desaparecer en escena a 40 artistas?
—En el mundo de la magia las posibilidades nunca se terminan, siempre aparece un desafío nuevo y cuando montamos este show, que vamos a hacer en Rosario desde hoy y se llama «AbraKdabra», se originó una historia que es muy linda. Cuando Tihany cumple 90 años preanuncia que se va a retirar del circo, pero antes adelanta que va a hacer un show final. Y tenía que ser con lo que él hizo en su vida, que es la magia. Ahí nos ponemos a hablar con Tihany y me dice que quiere ponerle el nombre de algo que se relacione con su vida, y yo le dije que la palabra que da idea de ilusionismo es abracadabra. El show se inauguró hace 10 años y él cumplía 100 años de edad este año, pero murió en abril con 99, su plan era hacer una gran fiesta en Las Vegas donde residía, pero no pudo llegar. Cuando estábamos en la producción del show, yo dije: «Tenemos que hacer algo diferente, vamos a hacer desaparecer a todos».
—¿Y cómo se hace eso?
—Bueno, eso fue lo que me preguntó Tihany, y recuerdo que me dijo: «¿Y si desaparecen de escena cómo hacemos en la función que sigue?» Y le dije: «Lo hacemos aparecer, para eso somos magos». «Buena idea, vamos con eso», me dijo, y así termina el show «AbraKdabra», los 40 en escena desaparecen y sólo quedan ahí las 16 bailarinas y después…bueno..véanlo, eso no te lo cuento.
—Desde ya, nunca hay que revelar el truco del mago.
—Los recursos del ilusionista no tienen medida ni tiempo, por eso nosotros, los que amamos lo que hacemos, sea el ilusionismo, la pintura, el canto, los artistas en sí, nunca acabamos de innovar, aprender y hacer cosas nuevas, porque si no se acaba tu vida cuando terminás de crear.
—¿Sentís que de alguna manera cerrás un círculo, porque llegaste por 15 días hace 35 años para reemplazar al mago Tihany y terminás como director del Circo Tihany?
—Sí, es más o menos eso, los años fueron pasando, la experiencia se fue acumulando, y aparte de incursionar en la magia, que es mi verdadera pasión, empecé a descubrir la pasión por el circo y eso significa entrar en producción, administración, marketing, relaciones humanas, estrategias de viaje. Y todo eso se genera estando al lado de un gran líder, como fue Tihany, quien teniendo una edad avanzada y las cosas muy claras, sabía que ese legado tenía que ser trasladado a alguien y me eligió a mí. Es que me tenía muy cerca.
—¿Te eligió porque estabas cerca o te ganaste ese derecho?
—Conociéndolo a Tihany, con su talento, su sagacidad y su inteligencia, yo creo que no fue un regalo, fue una buena elección, por instinto y porque me lo gané, no fue que me lo regaló. Y el legado está siendo cumplido, yo me siento satisfecho con el resultado, pese a que las cosas han cambiado, el mundo del espectáculo no es el mismo de hace veinte años y los desafíos son mucho mayores. Hoy tenemos adelante nuestro muchos elementos que tenemos que respetar, la media social, la masificación, la globalización de los espectáculos, que antes no existía, porque el navegante descubridor era Tihany en América Latina, y ahora aparecieron muchos y aún así conseguimos mantener la esencia del espectáculo y del circo, porque Tihany no es un circo, es más que un circo.
—¿Qué tiene de diferente?
—Sin menospreciar a los hermanos circenses, que son nuestros compañeros, Tihany siempre tuvo esa característica de ser un poco más que un circo, por eso en nuestro logo, abajo de la palabra Tihany se lee «Spectacular», porque es más que un circo, es un espectáculo. La idea es transmitir que lo que nosotros traemos es más de lo que esperan, y lo decimos con humildad.
—¿Al cambiar el concepto del espectáculo circense, cómo se hace para mantener viva la llama del circo?
—Lo que se hace es estar con los ojos abiertos contratando lo que se debe contratar, eligiendo novedades. El concepto de circo nosotros lo manejamos al lado de la palabra «prodigio», buscamos la gente que se destaca, que trae un estilo contemporáneo, no lo clásico. Los elegimos en los mejores festivales de circo de Europa, sea Montecarlo o París, y eso hace que mantengamos el nivel muy alto. Tihany ha creado un nuevo concepto artístico, ya que además de los niveles de elegancia, plasticidad y belleza, suma luces robotizadas y hasta aire acondicionado, por eso insistimos que es mucho más que un circo.
—¿Te imaginaste a esta altura de tu carrera esta vida de gitano y haciendo lo que te gusta?
—No, pero yo sabía que iba a ser mago, no circense, pero de todas maneras…mirá…haciendo una retrospectiva de mi vida, recuerdo una tarde de verano, en Rosario en el año 1965, en la calle Tucumán y Corrientes se presentaba el Circo Mágico Tihany, y mi abuelita, sabiendo que yo era loco por la magia, me lleva en una matiné a verlo. Pero no fue sólo eso, en un intervalo, como toda las abuelitas divinas que tenemos todos, ella se acerca a Tihany y le dice: «Señor, le quiero presentar a mi nieto, que es mago también».
—¿Pero qué edad tenías?
—Y..yo tenía 11, 12 años, calculá que nací en el 54, y recuerdo Corrientes y Tucumán porque había un teatro allí, que lo derrumbaron y quedó un pozo. Tihany siempre fue un empresario faraónico, que quería lo mejor y lo más loco, y quiso su circo en esa esquina. ¿Cómo hizo? Hizo llenar el pozo con más de 2.500 camiones de tierra, y sólo porque le parecía la mejor esquina.
—¿Qué recordás puntualmente de esa primera vez que viste al circo Tihany?
—En esos años 60 no había tele, no había «ShowMatch», y cuando conozco a Tihany él me hace un juego de magia manual y me dice «vas a ser un mago muy grande». Esa noche recuerdo que viajé al País del Nunca Jamás, no podía dormir pensando en ser un mago como el que vi. No me imaginaba cómo podría llegar a ser como él, porque era un milagrero, un milagroso, sin querer en mi vida hizo un clic. El objetivo desde ahí fue la magia, pero el circo tuvo que ver algo. Hace 20 años él me contrata para que lo reemplace 15 días, cuando yo ya hacía magia profesionalmente en San Pablo, y esos 15 días se hicieron 15 años en el 96, y hoy se cumplen 35 que estoy en Tihany como mago y ahora también como domador de elefantes blancos.
—¿Hay futuro para el formato circo?
—Absolutamente, el público quiere ver cosas nuevas y buenas, mientras le des eso no vas a perder mercado, pero sí lo perdés cuando te quedás atrás. Nosotros mantenemos la esencia de Tihany sin ser vanguardistas, porque Cirque de Soleil es vanguardista, pero nosotros mantenemos una calidad impecable, un estilo clásico y elegante, pero con la esencia que tiene la marca Tihany.
—¿Te genera algo especial volver a Rosario?
—Uno sueña con volver a la ciudad donde tiene las raíces, la familia, los amigos, los colegas de magia, que hay muchos. Siempre es motivador y excitante volver, y más cuando nos vamos acercando en la gira, que las ansiedades se tornan mayores. Aunque es una gran responsabilidad también, imaginate que todo esto que estoy diciendo en esta nota genera expectativas que se tienen que cumplir, sino sería un paisano mentiroso (risas)
—O un vendedor de ilusiones, que básicamente es tu profesión.
—No, no, no soy un vendedor de ilusiones, soy real, y lo que estoy tratando de transmitir es hasta dónde llegamos y lo que somos, pero tiene que ser con una absoluta seguridad de que lo que hacemos es real y no es arma de venta de un producto. Mis palabras tienen que acompañarse con la actuación para corresponder a las expectativas del público, no puedo hacer otra cosa, sería terrible para mí volver y que digan «este rosarino es un versero».
—¿Qué es la magia para Richard Massone?
—La magia es mi vida, fue así creo desde que nací, no me recuerdo jugando al fútbol, aunque soy hincha de Rosario Central por supuesto, pero me recuerdo haciendo magia delante de un espejo, desde niño. Así que la magia es mi manera de ser, mis actitudes, es mi manera de ver las cosas, todo lo veo con mucha magia, con mucha ilusión, como algo que se puede tornar realidad. Porque la magia existe, solamente hay que creer en ella y hacerla realidad.

Richard Massone respira magia. No anda con galera pero es un ilusionista desde la cuna. Su historia de vida es la del tipo que arrancó bien de abajo, con un sueño casi imposible, y al final se le hizo realidad, o mucho más que eso. Rosarino, nacido a media cuadra de bulevar Oroño y 27 de febrero, un lugar clave para los circos en los años 50, Massone cuenta en esta entrevista que «el día que conoció a Tihany su vida hizo un clic». Como si fuera Peter Pan, dice que ese día viajó «al País de Nunca Jamás» y, por lo visto, todavía no sacó el pasaje de regreso.

Massone, director del Tihany, presenta mañana, a las 21, «AbraKdabra», en la carpa que por razones ajenas a la producción se trasladó a avenida Francia frente a la rotonda G. Venecia. A veinte años de su último show en la ciudad, el mago recuerda al detalle la nota que le hizo este diario en 1996, que fue tapa de la ya histórica edición sábana. Sentado en el bar El Cairo, a Massone le encanta hablar de su vida de circo. Saluda efusivamente a Petra Albano, bailarina rosarina que también estará a lo largo de todo el mes que durará la temporada en la ciudad; apura una cervecita con un carlitos, y mientras mira de reojo las fotos amarillentas de aquella entrevista, que casualmente también la hizo quien escribe estas líneas, cuenta cómo nació este espectáculo. Y la charla fluye, con recuerdos que aparecen y desaparecen, como por arte de magia.

—¿Cómo surgió la idea de hacer desaparecer en escena a 40 artistas?
—En el mundo de la magia las posibilidades nunca se terminan, siempre aparece un desafío nuevo y cuando montamos este show, que vamos a hacer en Rosario desde hoy y se llama «AbraKdabra», se originó una historia que es muy linda. Cuando Tihany cumple 90 años preanuncia que se va a retirar del circo, pero antes adelanta que va a hacer un show final. Y tenía que ser con lo que él hizo en su vida, que es la magia. Ahí nos ponemos a hablar con Tihany y me dice que quiere ponerle el nombre de algo que se relacione con su vida, y yo le dije que la palabra que da idea de ilusionismo es abracadabra. El show se inauguró hace 10 años y él cumplía 100 años de edad este año, pero murió en abril con 99, su plan era hacer una gran fiesta en Las Vegas donde residía, pero no pudo llegar. Cuando estábamos en la producción del show, yo dije: «Tenemos que hacer algo diferente, vamos a hacer desaparecer a todos».

—¿Y cómo se hace eso?
—Bueno, eso fue lo que me preguntó Tihany, y recuerdo que me dijo: «¿Y si desaparecen de escena cómo hacemos en la función que sigue?» Y le dije: «Lo hacemos aparecer, para eso somos magos». «Buena idea, vamos con eso», me dijo, y así termina el show «AbraKdabra», los 40 en escena desaparecen y sólo quedan ahí las 16 bailarinas y después…bueno..véanlo, eso no te lo cuento.

—Desde ya, nunca hay que revelar el truco del mago.
—Los recursos del ilusionista no tienen medida ni tiempo, por eso nosotros, los que amamos lo que hacemos, sea el ilusionismo, la pintura, el canto, los artistas en sí, nunca acabamos de innovar, aprender y hacer cosas nuevas, porque si no se acaba tu vida cuando terminás de crear.

—¿Sentís que de alguna manera cerrás un círculo, porque llegaste por 15 días hace 35 años para reemplazar al mago Tihany y terminás como director del Circo Tihany?
—Sí, es más o menos eso, los años fueron pasando, la experiencia se fue acumulando, y aparte de incursionar en la magia, que es mi verdadera pasión, empecé a descubrir la pasión por el circo y eso significa entrar en producción, administración, marketing, relaciones humanas, estrategias de viaje. Y todo eso se genera estando al lado de un gran líder, como fue Tihany, quien teniendo una edad avanzada y las cosas muy claras, sabía que ese legado tenía que ser trasladado a alguien y me eligió a mí. Es que me tenía muy cerca.

—¿Te eligió porque estabas cerca o te ganaste ese derecho?
—Conociéndolo a Tihany, con su talento, su sagacidad y su inteligencia, yo creo que no fue un regalo, fue una buena elección, por instinto y porque me lo gané, no fue que me lo regaló. Y el legado está siendo cumplido, yo me siento satisfecho con el resultado, pese a que las cosas han cambiado, el mundo del espectáculo no es el mismo de hace veinte años y los desafíos son mucho mayores. Hoy tenemos adelante nuestro muchos elementos que tenemos que respetar, la media social, la masificación, la globalización de los espectáculos, que antes no existía, porque el navegante descubridor era Tihany en América Latina, y ahora aparecieron muchos y aún así conseguimos mantener la esencia del espectáculo y del circo, porque Tihany no es un circo, es más que un circo.

—¿Qué tiene de diferente?
—Sin menospreciar a los hermanos circenses, que son nuestros compañeros, Tihany siempre tuvo esa característica de ser un poco más que un circo, por eso en nuestro logo, abajo de la palabra Tihany se lee «Spectacular», porque es más que un circo, es un espectáculo. La idea es transmitir que lo que nosotros traemos es más de lo que esperan, y lo decimos con humildad.

—¿Al cambiar el concepto del espectáculo circense, cómo se hace para mantener viva la llama del circo?
—Lo que se hace es estar con los ojos abiertos contratando lo que se debe contratar, eligiendo novedades. El concepto de circo nosotros lo manejamos al lado de la palabra «prodigio», buscamos la gente que se destaca, que trae un estilo contemporáneo, no lo clásico. Los elegimos en los mejores festivales de circo de Europa, sea Montecarlo o París, y eso hace que mantengamos el nivel muy alto. Tihany ha creado un nuevo concepto artístico, ya que además de los niveles de elegancia, plasticidad y belleza, suma luces robotizadas y hasta aire acondicionado, por eso insistimos que es mucho más que un circo.

—¿Te imaginaste a esta altura de tu carrera esta vida de gitano y haciendo lo que te gusta?
—No, pero yo sabía que iba a ser mago, no circense, pero de todas maneras…mirá…haciendo una retrospectiva de mi vida, recuerdo una tarde de verano, en Rosario en el año 1965, en la calle Tucumán y Corrientes se presentaba el Circo Mágico Tihany, y mi abuelita, sabiendo que yo era loco por la magia, me lleva en una matiné a verlo. Pero no fue sólo eso, en un intervalo, como toda las abuelitas divinas que tenemos todos, ella se acerca a Tihany y le dice: «Señor, le quiero presentar a mi nieto, que es mago también».

—¿Pero qué edad tenías?
—Y..yo tenía 11, 12 años, calculá que nací en el 54, y recuerdo Corrientes y Tucumán porque había un teatro allí, que lo derrumbaron y quedó un pozo. Tihany siempre fue un empresario faraónico, que quería lo mejor y lo más loco, y quiso su circo en esa esquina. ¿Cómo hizo? Hizo llenar el pozo con más de 2.500 camiones de tierra, y sólo porque le parecía la mejor esquina.

—¿Qué recordás puntualmente de esa primera vez que viste al circo Tihany?
—En esos años 60 no había tele, no había «ShowMatch», y cuando conozco a Tihany él me hace un juego de magia manual y me dice «vas a ser un mago muy grande». Esa noche recuerdo que viajé al País del Nunca Jamás, no podía dormir pensando en ser un mago como el que vi. No me imaginaba cómo podría llegar a ser como él, porque era un milagrero, un milagroso, sin querer en mi vida hizo un clic. El objetivo desde ahí fue la magia, pero el circo tuvo que ver algo. Hace 20 años él me contrata para que lo reemplace 15 días, cuando yo ya hacía magia profesionalmente en San Pablo, y esos 15 días se hicieron 15 años en el 96, y hoy se cumplen 35 que estoy en Tihany como mago y ahora también como domador de elefantes blancos.

—¿Hay futuro para el formato circo?
—Absolutamente, el público quiere ver cosas nuevas y buenas, mientras le des eso no vas a perder mercado, pero sí lo perdés cuando te quedás atrás. Nosotros mantenemos la esencia de Tihany sin ser vanguardistas, porque Cirque de Soleil es vanguardista, pero nosotros mantenemos una calidad impecable, un estilo clásico y elegante, pero con la esencia que tiene la marca Tihany.

—¿Te genera algo especial volver a Rosario?
—Uno sueña con volver a la ciudad donde tiene las raíces, la familia, los amigos, los colegas de magia, que hay muchos. Siempre es motivador y excitante volver, y más cuando nos vamos acercando en la gira, que las ansiedades se tornan mayores. Aunque es una gran responsabilidad también, imaginate que todo esto que estoy diciendo en esta nota genera expectativas que se tienen que cumplir, sino sería un paisano mentiroso (risas)

—O un vendedor de ilusiones, que básicamente es tu profesión.
—No, no, no soy un vendedor de ilusiones, soy real, y lo que estoy tratando de transmitir es hasta dónde llegamos y lo que somos, pero tiene que ser con una absoluta seguridad de que lo que hacemos es real y no es arma de venta de un producto. Mis palabras tienen que acompañarse con la actuación para corresponder a las expectativas del público, no puedo hacer otra cosa, sería terrible para mí volver y que digan «este rosarino es un versero».

—¿Qué es la magia para Richard Massone?
—La magia es mi vida, fue así creo desde que nací, no me recuerdo jugando al fútbol, aunque soy hincha de Rosario Central por supuesto, pero me recuerdo haciendo magia delante de un espejo, desde niño. Así que la magia es mi manera de ser, mis actitudes, es mi manera de ver las cosas, todo lo veo con mucha magia, con mucha ilusión, como algo que se puede tornar realidad. Porque la magia existe, solamente hay que creer en ella y hacerla realidad.

Fuente: http://www.lacapital.com.ar/el-director-del-circo-tihany-un-ilusionista-cuna-la-magia-existe-solo-hay-que-creer-ella-n1285110.html
FUENTE INFOCIRCO DE ESPAÑA.-

 

 

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